¿nuevo fiscal, nueva fiscalía? los retos de barbosa
Después de casi nueve meses de interinidad, el pasado jueves Francisco Barbosa Delgado se posesionó como Fiscal General de la Nación. A propósito de la nueva hoja de ruta que hizo pública en su discurso, y a manera de estrene en este nuevo espacio, me he propuesto trazar algunos de los retos que afronta Barbosa en su nuevo cargo. Estos se pueden agrupar en dos: los retos que tiene de la Fiscalía hacia afuera y los que tiene al interior del Búnker. Respecto a los últimos, la hoja de ruta de Barbosa contempla algunos de los retos estructurales más importantes de la FGN, por lo que me enfocaré en los primeros.
Barbosa recibe una Fiscalía desprestigiada y con una imagen por el piso. Como lo muestran las cifras del Opinómetro de Datexco de hace un año, la imagen de la Fiscalía es la más baja en su historia reciente. El último Fiscal, Néstor Humberto Martínez (NHM), no solo estaba impedido en una amplia variedad de causas que debía (y debe) investigar la Fiscalía, sino que también era increíblemente impopular. De hecho, fue objeto de una marcha multitudinaria que pedía su renuncia en enero de 2019. Esta falta de confianza es particularmente grave tratándose de una entidad como la Fiscalía, que no solo debe estar revestida de legitimidad por el bien de las actuaciones que adelanta, sino que además depende de las denuncias y querellas que los ciudadanos le allegan. Una Fiscalía en la que no confía la gente es una Fiscalía inútil, por lo que sus funcionarios, incluido el Fiscal General, deben ser creíbles y transparentes.
Sin embargo, no solo es la imagen de la institución la que hay que recuperar: la elección de Barbosa deja mucho que desear. Como bien lo anotó Rodrigo Uprimny en una columna previa a la votación de la Corte Suprema, Barbosa mostró, durante su paso por la Alta Consejería para los DD.HH, un pobre manejo de cifras sobre asesinatos de líderes sociales, dejando dudas de su competencia y su buena fe. Tampoco es fuente de tranquilidad sus vaivenes ideológicos: pasó de elogiar a la JEP cuando era candidato a magistrado, a ser quien defendiera las objeciones presidenciales como funcionario gubernamental. Causa aún más sospecha, es el hecho de que Barbosa —ahora funcionario de la Rama Judicial— sea amigo de vieja data del presidente Duque —de la Rama Ejecutiva—, así como su oscura cercanía con NHM. Y, para rematar, ¡Barbosa no es penalista, pero va a dirigir la entidad rectora de la política criminal en Colombia! Sin duda alguna, su mayor reto será demostrarle a quienes tenemos dudas sobre su idoneidad para el cargo que la Corte Suprema de Justicia no erró en su decisión de Fiscal.
Por último, Barbosa debe replantear la relación que tiene la Fiscalía con sus usuarios y con otras entidades del Estado. En particular, debe empezar por eliminar malas prácticas que ya se han vuelto costumbre, como la de litigar las causas penales en redes sociales y no ante los juzgados. También tendrá que replantear la relación entre la Fiscalía y la JEP, que NHM destrozó y lo que al fin y al cabo llevo a su renuncia. ¿Tendremos más estrellones institucionales? ¿Podrán cooperar? El mango de la sartén lo tiene Barbosa.
Los retos no son pocos y mucho menos son fáciles. El cargo de Fiscal General de la Nación es de suma importancia en nuestro diseño estatal. Por el bien del país, corresponde a Francisco Barbosa demostrar que los zapatos no le quedan grandes. Le deseo buena suerte en su nuevo encargo.
Sergio E. Hernández Ramos - Estudiante de Derecho y Economía
Barbosa recibe una Fiscalía desprestigiada y con una imagen por el piso. Como lo muestran las cifras del Opinómetro de Datexco de hace un año, la imagen de la Fiscalía es la más baja en su historia reciente. El último Fiscal, Néstor Humberto Martínez (NHM), no solo estaba impedido en una amplia variedad de causas que debía (y debe) investigar la Fiscalía, sino que también era increíblemente impopular. De hecho, fue objeto de una marcha multitudinaria que pedía su renuncia en enero de 2019. Esta falta de confianza es particularmente grave tratándose de una entidad como la Fiscalía, que no solo debe estar revestida de legitimidad por el bien de las actuaciones que adelanta, sino que además depende de las denuncias y querellas que los ciudadanos le allegan. Una Fiscalía en la que no confía la gente es una Fiscalía inútil, por lo que sus funcionarios, incluido el Fiscal General, deben ser creíbles y transparentes.
Sin embargo, no solo es la imagen de la institución la que hay que recuperar: la elección de Barbosa deja mucho que desear. Como bien lo anotó Rodrigo Uprimny en una columna previa a la votación de la Corte Suprema, Barbosa mostró, durante su paso por la Alta Consejería para los DD.HH, un pobre manejo de cifras sobre asesinatos de líderes sociales, dejando dudas de su competencia y su buena fe. Tampoco es fuente de tranquilidad sus vaivenes ideológicos: pasó de elogiar a la JEP cuando era candidato a magistrado, a ser quien defendiera las objeciones presidenciales como funcionario gubernamental. Causa aún más sospecha, es el hecho de que Barbosa —ahora funcionario de la Rama Judicial— sea amigo de vieja data del presidente Duque —de la Rama Ejecutiva—, así como su oscura cercanía con NHM. Y, para rematar, ¡Barbosa no es penalista, pero va a dirigir la entidad rectora de la política criminal en Colombia! Sin duda alguna, su mayor reto será demostrarle a quienes tenemos dudas sobre su idoneidad para el cargo que la Corte Suprema de Justicia no erró en su decisión de Fiscal.
Por último, Barbosa debe replantear la relación que tiene la Fiscalía con sus usuarios y con otras entidades del Estado. En particular, debe empezar por eliminar malas prácticas que ya se han vuelto costumbre, como la de litigar las causas penales en redes sociales y no ante los juzgados. También tendrá que replantear la relación entre la Fiscalía y la JEP, que NHM destrozó y lo que al fin y al cabo llevo a su renuncia. ¿Tendremos más estrellones institucionales? ¿Podrán cooperar? El mango de la sartén lo tiene Barbosa.
Los retos no son pocos y mucho menos son fáciles. El cargo de Fiscal General de la Nación es de suma importancia en nuestro diseño estatal. Por el bien del país, corresponde a Francisco Barbosa demostrar que los zapatos no le quedan grandes. Le deseo buena suerte en su nuevo encargo.
Sergio E. Hernández Ramos - Estudiante de Derecho y Economía