filosofía del castigo y justicia transicional
Muchas veces, la mención misma de la palabra filosofía despierta la sensación de estar hablando de temas abstractos, desconectados del mundo y con poca aplicación práctica. Creo, por lo contrario, que pensarnos las cosas desde la filosofía tiene sentido en nuestras vidas reales pues mucho de lo práctico está contaminado por teoría y lleno de creencias que afectan nuestro día a día en términos políticos, relacionales, etc. Por ejemplo, un área en la que las teorías filosóficas influyen, es el Derecho. La filosofía del Derecho y la teoría jurídica son fundamentales para esta disciplina que se sustenta en ideas de justicia, castigo, responsabilidad moral y ética. Sin aquellos fundamentos, mucho de lo que se hace en el derecho sería insustentable, y la retórica, inexistente. Por eso, partiendo de que las ideas tienen interacción con el mundo, y de que el derecho tiene una conexión cercana con ellas, me atrevo a preguntar: ¿Cuáles son esas ideas? ¿Qué ideas de justicia, moral y responsabilidad tenemos? Aquí, hoy, en Colombia, en 2020, ¿son universales, deseables?
Esas y muchas más preguntas me han llevado a interesarme particularmente por las discusiones sobre libertad y responsabilidad moral. Dichas discusiones, tan viejas como el Derecho, han tenido un auge en la historia reciente de la filosofía. Grandes debates se han llevado a cabo alrededor de las preguntas: ¿Son compatibles el determinismo y la libertad? ¿Es necesario ser libre para ser moralmente responsable? Si entendemos el determinismo como la imposibilidad de que el futuro sea diferente a lo que puede ser debido a ciertos eventos que lo preceden, parecería imposible que seamos libres. Uno de los primeros pensadores en promover esta idea fue Baruch Spinoza. Para Spinoza, no somos libres pues dependemos siempre de las condiciones del desarrollo del mundo, que es un mundo determinado. Esa falta de libertad se debe a que, primero, bajo ese determinismo no hay posibilidades de que actuemos distinto a como lo hacemos y, segundo, no somos la fuente primaria de nuestras acciones debido a que aquellas, las fuentes, son externas. Si aceptamos que la acción autónoma y libre es condición necesaria para la responsabilidad moral, de ser este un mundo determinado, parece imposible que se nos pueda endilgar responsabilidad moral. Esta idea fue sobretodo promovida por Friedrich Nietzsche para quien la atribución de responsabilidad moral está ligada a la creencia de que somos individuos completamente racionales y autónomos que actúan libremente y, por ende, merecen ser castigados. Pero probablemente no somos lo suficientemente libres al momento de atribución de responsabilidades morales y, en consecuencia, el castigo es injusto, entendiendo que se estaría castigando por una acción llevada a cabo sin autonomía, sin libertad.
Esta pregunta, que tanto inquieta a l@s filosof@s y que puede parecer lejana a las preocupaciones prácticas, me parece una pregunta que puede iluminar muchas discusiones acerca de la justicia y el castigo, aquí y ahora, en Colombia, en un contexto de post conflicto, de justicia transicional, reconciliación y voluntad de paz. Para Nietzsche, algo bello de darnos cuenta de que los individuos no son completamente autónomos, libres y racionales es poder deshacernos, al menos parcialmente, de las nociones de culpa, merecimiento y, sobretodo, de castigo. En un mundo en el que el individuo está determinado por una multiplicidad de causas, no parece apropiado decir que merece ser castigado por sus acciones. En un contexto de conflicto armado, me parece que tener en cuenta lo que sobrepasa al individuo y recordar que, tal vez, ese individuo no es totalmente libre, nos podría ayudar a pensar y aceptar formas de justicia que no se fundamenten únicamente en el castigo. Muchas veces, como dice Nietzsche, el castigo es más un deseo de venganza que una idea que tenga justificación en lo que creemos y queremos ser como seres humanos. Así, al darnos cuenta de que hay otras posibilidades teóricas en las que el individuo no es libre y moralmente responsable, podemos también repensar casos prácticos, como un conflicto armado. En un contexto de guerra, el individuo está constreñido por su situación, por lo cual, la manera en la que debería ser juzgado puede ir más allá de una simple atribución de responsabilidad, culpa y castigo.
Elena Bernal Rey - Estudiante de Filosofía
Esas y muchas más preguntas me han llevado a interesarme particularmente por las discusiones sobre libertad y responsabilidad moral. Dichas discusiones, tan viejas como el Derecho, han tenido un auge en la historia reciente de la filosofía. Grandes debates se han llevado a cabo alrededor de las preguntas: ¿Son compatibles el determinismo y la libertad? ¿Es necesario ser libre para ser moralmente responsable? Si entendemos el determinismo como la imposibilidad de que el futuro sea diferente a lo que puede ser debido a ciertos eventos que lo preceden, parecería imposible que seamos libres. Uno de los primeros pensadores en promover esta idea fue Baruch Spinoza. Para Spinoza, no somos libres pues dependemos siempre de las condiciones del desarrollo del mundo, que es un mundo determinado. Esa falta de libertad se debe a que, primero, bajo ese determinismo no hay posibilidades de que actuemos distinto a como lo hacemos y, segundo, no somos la fuente primaria de nuestras acciones debido a que aquellas, las fuentes, son externas. Si aceptamos que la acción autónoma y libre es condición necesaria para la responsabilidad moral, de ser este un mundo determinado, parece imposible que se nos pueda endilgar responsabilidad moral. Esta idea fue sobretodo promovida por Friedrich Nietzsche para quien la atribución de responsabilidad moral está ligada a la creencia de que somos individuos completamente racionales y autónomos que actúan libremente y, por ende, merecen ser castigados. Pero probablemente no somos lo suficientemente libres al momento de atribución de responsabilidades morales y, en consecuencia, el castigo es injusto, entendiendo que se estaría castigando por una acción llevada a cabo sin autonomía, sin libertad.
Esta pregunta, que tanto inquieta a l@s filosof@s y que puede parecer lejana a las preocupaciones prácticas, me parece una pregunta que puede iluminar muchas discusiones acerca de la justicia y el castigo, aquí y ahora, en Colombia, en un contexto de post conflicto, de justicia transicional, reconciliación y voluntad de paz. Para Nietzsche, algo bello de darnos cuenta de que los individuos no son completamente autónomos, libres y racionales es poder deshacernos, al menos parcialmente, de las nociones de culpa, merecimiento y, sobretodo, de castigo. En un mundo en el que el individuo está determinado por una multiplicidad de causas, no parece apropiado decir que merece ser castigado por sus acciones. En un contexto de conflicto armado, me parece que tener en cuenta lo que sobrepasa al individuo y recordar que, tal vez, ese individuo no es totalmente libre, nos podría ayudar a pensar y aceptar formas de justicia que no se fundamenten únicamente en el castigo. Muchas veces, como dice Nietzsche, el castigo es más un deseo de venganza que una idea que tenga justificación en lo que creemos y queremos ser como seres humanos. Así, al darnos cuenta de que hay otras posibilidades teóricas en las que el individuo no es libre y moralmente responsable, podemos también repensar casos prácticos, como un conflicto armado. En un contexto de guerra, el individuo está constreñido por su situación, por lo cual, la manera en la que debería ser juzgado puede ir más allá de una simple atribución de responsabilidad, culpa y castigo.
Elena Bernal Rey - Estudiante de Filosofía